La Muela del Juicio
El zumbido del reloj despertador sacudió la mesita de noche e hizo tintinear el vaso de agua. La radio se puso en marcha y empezó a sonar algo de Bruce Springsteen, ronco y entrecortado. Pablo la apagó de un manotazo, no soportaba a ese tipo. Se incorporó sobre el borde de la cama y se llevó instintivamente la mano al lado derecho de la mandíbula.
- ¿Todavía te duele? –le preguntó Julia, desperezándose.
- Me duele aún más que ayer –contestó él antes de apurar el vaso de agua y mantener el líquido en la boca, calmando apenas el dolor de la encía. Tragó con una mueca de sufrimiento-. Estoy fatal.
- Me duele aún más que ayer –contestó él antes de apurar el vaso de agua y mantener el líquido en la boca, calmando apenas el dolor de la encía. Tragó con una mueca de sufrimiento-. Estoy fatal.
El dolor había empezado justo dos días después de bajarse del avión, como si el aire del medio oeste americano no les sentara bien a sus muelas. No era manera de empezar unas vacaciones.
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